Con una duración de dos semanas, el festival de de danza dinámica, Dance Reflections, es la nueva joya cultural en la corona de Van Cleef & Arpels; junto con una variedad de obras contemporáneas y tradiciones del siglo XXI.
Van Cleef & Arpels y el mundo de la danza
En 1961, Claude Arpels, descendiente de una de las dos familias que fundaron la famosa casa de joyería francesa Van Cleef & Arpels, conoció al coreógrafo y cofundador del New York City Ballet, George Balanchine.
Si bien la dinastía Arpels apreció esta forma de arte desde hace mucho tiempo, fue esta reunión la que solidificaría la relación entre la marca y el mundo de la danza. Y es que la maison incluso diseñó broches brillantes en forma de bailarinas en la década de 1940.
Más tarde ese año, Balanchine produjo Joyas, un lujoso ballet con la música de Stravinsky, Fauré y Tchaikovsky que honra el atractivo brillante y seductor de las piezas más extravagantes de la casa.
Dance Reflections, un festival de obras contemporáneas
Ahora en Londres, esa herencia está siendo honrada una vez más, con el festival de dos semanas Dance Reflections, Van Cleef & Arpels. Se trata de un evento que destaca la producción de los titanes posmodernos junto con una variedad de obras contemporáneas que traen esas tradiciones al siglo XXI; todas producidas por algunos de los coreógrafos más vanguardistas del momento. Todo el programa fue comisariado por Serge Laurent, contratado en el Centro Pompidou en 2019 para ser el director del programa cultural y de danza de la casa. Esto, como parte de su creciente compromiso de apoyar el mundo de la danza.
“Encarna nuestro compromiso de exhibir y compartir el legado de la danza y la creación contemporánea con la audiencia más amplia posible”, dice Laurent sobre el festival, que está abierto al público y se extenderá hasta el 23 de marzo.
¿Dónde serán presentadas las actuaciones?
Las actuaciones se llevarán a cabo en un trío de las instituciones culturales más venerables de Londres: la Royal Opera House, con su rica tradición de ballet clásico; Sadler’s Wells, un teatro histórico en el barrio de Islington de la ciudad; y la Tate Modern, el coloso del arte moderno.
Pero la actitud es claramente de accesibilidad, tanto Laurent como el presidente y director ejecutivo de la casa, Nicolas Bos, enfatizan que el proyecto debería “atraer a una gran audiencia”.
En ninguna parte fue esto más evidente que en las presentaciones con entradas agotadas del ballet minimalista de 1979 de la legendaria coreógrafa de Nueva York Lucinda Childs, Dance; ambientado con la música de Philip Glass y con impresionantes proyecciones de la película realizada por Sol LeWitt que narra su iteración original.
Con la precisión nítida de los movimientos repetitivos de la pieza mientras los bailarines se deslizaban horizontalmente por el escenario, su belleza hipnotizó a la audiencia multigeneracional. Y es que la mismísima Childs, de 81 años, hizo acto de presencia en el escenario después del espectáculo en medio de un estruendoso aplauso.
Una rica escena de danza contemporánea de las décadas de 1970 y 1980 en Nueva York
En representación de la rica escena de danza contemporánea de las décadas de 1970 y 1980 en Nueva York, se encontraba Set and Reset de Trisha Brown de 1983; presentado en las entrañas cavernosas de los antiguos tanques de petróleo que se restauraron en la Tate Modern hace una década para proporcionar espacio adicional para la puesta en escena de obras de teatro.
Nuevamente, el resultado de una alineación estelar de colaboradores, esta vez con música de Laurie Anderson, un escenario y vestuario de Robert Rauschenberg; y la iluminación de Beverly Emmons, sirvió como un fascinante contrapunto al rigor casi matemático del trabajo de Childs.
En cambio, la delirante y rapsódica masa de cuerpos de Brown se unen y se separan a través de movimientos más desordenados y cotidianos como tropezar y caer; incluso cuando cada resbalón está meticulosamente coreografiado. El efecto general fue de alegría pura y sin adulterar.
Junto con los renacimientos de estas gemas de la danza de décadas pasadas, una serie de obras más recientes emocionaron; no solo por su espíritu innovador sino también por su fascinante diálogo con la historia de la danza.
La reinterpretación de Bombyx Mori
Un destacado particular fue Bombyx Mori (una especie de polilla de seda) de la coreógrafa polaca Ola Maciejewska, que tomó como punto de partida el trabajo pionero de Loïe Fuller; cuyas «danzas serpentinas» con metros de seda ondulante que se extienden desde los brazos de los bailarines emocionaron al público en la América de fin de siglo.
El espectáculo fue reinterpretado como algo mucho más siniestro, cuando un trío de bailarines se metió en sus disfraces como capullos antes de lanzarse a movimientos furiosos; cuyos sonidos fueron amplificados por micrófonos colgados de el techo. Lo que proporcionó el tipo de visceralidad electrizante y angustiosa que solo la danza en vivo puede lograr.
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Dance Reflections fomenta un espíritu de polinización cruzada cultural
Sin embargo, para Van Cleef & Arpels, el festival es un intento de fomentar un espíritu de polinización cruzada cultural que habla de su alcance actual como una marca global; tanto al poner obras de personas de diferentes culturas y nacionalidades en conversación con entre sí y cerrar aún más esas brechas con sus planes en curso para llevar el festival a una especie de gira mundial.